ALGUNOS DERECHOS RESERVADOS

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23/1/21

 

MIEDO AL CAMBIO

Ni siquiera el ICOM, la mayor organización internacional de profesionales de los museos vinculada a la UNESCO, lo ha conseguido. El pasado 7 de septiembre se clausuraba en Kioto la Asamblea Extraordinaria del ICOM pero no hubo consenso para uno de los puntos más importantes de su orden del día: la nueva definición de museo. Más de un 75% de los votos optaron por seguir discutiendo la propuesta que un comité liderado por Jette Sandahl había presentado el pasado mes de julio en la 139ª Junta Ejecutiva del ICOM celebrada en Paris. La definición actual de museo (que tiene más de cuatro décadas de vigencia) ha quedado obsoleta: el museo ya no es un contenedor de objetos culturales sino un espacio físico, mental y emocional capaz de generar unas narrativas alternativas que nos hagan interpretar quienes fuimos, somos y (quizá) seremos como sociedad. La definición propuesta en Kioto no ha convencido y no lo ha hecho porque contiene conceptos que potencialmente podrían desestabilizar el status quo de los poderes fácticos políticos que hay tras la cultura, dado que incluye conceptos más acordes con la pluralidad actual del mundo en que vivimos como los de «dignidad humana», «diversidad», «inclusión universal», «democracia», «justicia social», «igualdad global» o «bienestar planetario». El miedo ya se palpaba antes de la Asamblea de Kioto; una buena parte de la comunidad del ICOM (que integra a más de 40.000 miembros en representación de más de 20.000 museos de todo el planeta), había manifestado sus reservas ante el cambio. La presidenta del ICOM DEMHIST, un comité encargado de la conservación de casas históricas y castillos, en asociación con otros comités internacionales, envió un comunicado a la Presidenta del ICOM Suay Akson y a su Director General Peter Keller, manifestando su malestar. Didier Rykner, fundador de la Tribune de l’Art, calificaba la propuesta de Sandahl de manifiesto ideológico y Hugues de Vaine, uno de los fundadores de la nueva museología en los años setenta, afirmaba que la propuesta no distingue un museo de un centro cultural asociativo o una biblioteca. Sea como fuere, y a pesar de que ciertamente el documento de Sandahl descuida cuestiones fundamentales respecto de la principal función de los museos con colecciones propias, un hecho es irrefutable: hay miedo a un cambio de paradigma. Y aquí viene la gran contradicción: el mundo del Patrimonio y la Cultura no deberían tener miedo a los cambios. La Cultura debe ser independiente si quiere ejercer bien su principal papel: el de ser espejo y fiel reflejo de la sociedad a la cual retrata y documenta.   © Silvia Tena

El Mundo 16.09.2019

https://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/castellon/2019/09/16/5d7fc873fdddffdb398b45c8.html

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