ALGUNOS DERECHOS RESERVADOS

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23/1/21


 LA BANALIZACION DEL MAL

 El mal se ha analizado desde todos los puntos de vista posibles y, lo que es peor, se lo ha venido justificando considerándolo parte inexorable de la condición humana. Maquiavelo lo hizo depender de las circunstancias y Hobbes lo categorizó. Pero sería Hannah Arendt, quien señalaría que, cuando la falta de criterio, la indiferencia o la cobardía anidan, la trivialización y el vacío de pensamiento llevan al mal. Esa trivialización es la que asoma cada vez que se niega la existencia de la violencia machista; cuando alguien relativiza la pederastia; cuando se maquillan grandes evasiones de capital o cuando se equipara agresores con víctimas. Eso por no hablar de catástrofes humanitarias como los refugiados desplazados por Erdogan, donde nadie parece haberse conmovido con las imágenes de niños gaseados. Esto en una comunidad civilizada (y bien informada), provocaría un rechazo social explícito. Por supuesto que una sociedad no puede ser homogéneamente inmaculada, pero hay una diferencia entre una sociedad plural y otra infectada de manipuladores y seres incívicos. Desde el voyeurismo de la pantalla del ordenador, estos días de autoconfinamiento por el CoVid-19, me llegan imágenes como las de Irán liberando 70.000 presos, o los motines en las cárceles del norte de Italia ante la restricción del régimen de visitas, o centenares de personas huyendo a sus segundas residencias sin importar el agente de transmisión que eso conlleva. O gente en los supermercados robando alientos del carro de otro cliente. ¿Qué nos ha pasado? Es hora de parar máquinas. Este confinamiento forzoso llega para romper dinámicas sociales. Viene para obligarnos a pensar en todo lo que hemos dado como bueno hasta ahora, en todo lo que hemos dejado de decidir, delegándolo en unos pocos, en cómo nos hemos puesto en manos de un sistema de explotación económico, humano y ecológico que ahora se agota. La amenaza vírica nos ha dejado imágenes como la de teatros y museos cerrados que nos hacen sentir que sin la cultura somos más pobres de espíritu. O fotos inauditas de una Venecia o una Florencia vacías, sin turistas, donde la arquitectura recupera una belleza que parecía relegada a las películas de Sorrentino. Cuando la masa desaparece, cuando el consumismo salvaje afloja, el mundo se deja contemplar de nuevo. Las cosas respiran su belleza natural; sin nosotros, los depredadores. Por contra, los lugares del planeta donde se hacina la humanidad, han mutado en focos de propagación y muerte: hoteles en Abu Dabi o cruceros como el Diamond Princess que recuerdan a aquellas arcas de Noé de Godard o Fellini, sólo que en lugar de promesa de vida son ahora símbolo de naufragio ecológico y cultural. La lección que nos trae la pandemia no debería de ser un paréntesis molesto para seguir como hemos vivido hasta ahora. Hace poco, Daniel Gamper insistía en hacer del confinamiento un acto de solidaridad. Hay que generar nuevas sinergias, nuevas redes de ayuda entre ciudadanos, aportar nuestros activos (los que sean) para el bien de los demás. Estos días, por las redes, los confinados nos regalábamos mutuamente recetas, tablas de gimnasia, capsulas culturales, conciertos de ópera grabada, las televisiones de pago abrían sus contenidos, los museos se movilizaban digitalmente. Hay que ir pensando en otra organización del mundo. Hay que desaprender a vivir. Amar el tiempo, redescubrir al amigo, al ser querido. Esta pandemia nos da la señal de alerta sobre los límites del planeta, el consumismo galopante, los hachazos a la Sanidad o las políticas tóxicas de unos y otros. Si después de esto, no viene ningún cambio de estructura social a nivel planetario, una que coloque al ciudadano en el centro, caeremos de nuevo, ciegos y aborregados, en un crucero hacia ninguna parte, como en un viaje del Imserso, deslumbrados ante un rutilante escenario de cartón piedra que sólo esconde precariedad y trivialidad. Vigilen con la banalización; si se cuela en nuestras vidas, después, solo queda el abismo. © Silvia Tena

El Mundo 16.03.2020

https://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/castellon/2020/03/16/5e6ec297fdddffe2bf8b4572.html


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